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DÍA DEL TRABAJADOR

Bendito aquel ser humano que se arma de valor y en su lucha por mejores días se esfuerza sin reparo haciendo su trabajo, que ve con optimismo cada tarea que le imponen, que agradece dando lo mejor de sí, que con su ejemplo forja a su descendencia y que no le tiembla el pulso para reclamar sus derechos.

 

¡Feliz día del trabajador!

 

La sostenibilidad nuestra y la de nuestros familiares depende de una bendición llamada “trabajo”; pero hasta que punto debemos considerarnos bendecidos o esclavos de una actividad laboral?

Si bien es cierto, todo trabajo dignifica al ser humano porque entrega su esfuerzo lícito, sea este físico o intelectual, a cambio de una remuneración que se estima sea acorde con la tarea, pero que no deja de ser una lucha constante, la cual en ocasiones ha costado incluso la vida.

Suena tan bonito alcanzar ese equilibrio entre trabajo y disfrute de las tareas que ejecutemos, que vamos por la vida ascendiendo peldaños, unos más altos que otros, e imponiéndonos nuevas metas que nos ayuden a conseguirlo; optimizamos recursos, perdemos horas de sueño, planes familiares o con amigos, todo lo que nos sirva para realizarlo y ello se convierte en un trabajo más que nos imponemos, cuya remuneración esperamos cobrarla cuando el objetivo se cumpla.

 

El derecho al trabajo y la excelencia laboral que imponen las empresas deben conjugarse con tal armonía que procuren un clima armónico, donde cada trabajador sienta ese deseo de dar una milla más de su esfuerzo, por gratitud ante la oportunidad, por deseo de superación personal y por la satisfacción de sentirse productivo en un entorno agradable que le motive aportar y procurar que este perdure y prospere.

Pero qué pasa cuando pese a todo el esfuerzo, la preparación y los deseos de trabajar se frustran tus sueños ante la dura realidad de la falta de empleo, de las pocas oportunidades de desarrollarse en el área en que te has formado o cuando aun habiendo alcanzado ese cargo que deseabas y estando incluso en el ambiente laboral idóneo tu vida corre riesgo a penas sales de tu casa para ir a trabajar; ¿dónde queda tu derecho al trabajo?

 

1 de mayo de 1886, nos diste el ejemplo más triste de la lucha social por exigir un horario laboral justo, gracias a los mártires de Chicago; pero pese haber pasado más de un siglo, aún seguimos encontrando desigualdad, abuso y riesgos laborales.

El Estado y sus normas rezan una presunta “garantía” del derecho al trabajo, más las estadísticas nos aterrizan a un panorama de retroceso y no sólo local.

 

1 de mayo de 2025, que este día nos sirva para reflexionar desde nuestras trincheras si estamos luchando por sobrevivir o gozamos de un trabajo digno, si seguimos siendo resilientes por obligación o empezamos a exigir nuestros derechos, si somos merecedores del cargo que ostentamos o somos parte del facilísimo, si estamos trabajando o disfrutando de nuestras tareas, si estamos viviendo o dejando nuestras vidas sin mayor crédito.

 

Mg. Verónica Sánchez

Mujeres en la lucha: superando barreras, rompiendo silencios y construyendo un futuro con justicia e igualdad.

Nacemos en lugares geográficamente diversos, con tradiciones y costumbres a tono con la evolución social de cada era, lidiamos con entornos familiares, estudiantiles, laborales, políticos, religiosos, culturales, generacionales y sociales que inciden tanto en hombres como en mujeres en nuestro paso por la vida.

Cada persona libra a diario sus propias batallas para mantenerse vivo y destacar, desde su trinchera, a la espera de dar y hacer lo mejor que, bajo su libre albedrío, considere como lo necesario para alcanzar sus metas y objetivos, sin que ello garantice que esté obrando para bien de su prójimo también.

Casos aterradores como acoso, violación y violencia física contra niñas, adolescentes y mujeres siguen siendo parte de las estadísticas y muchas veces por parte de personas del mismo entorno familiar.

El daño psicológico que se causa en una persona, a partir de una agresión verbal, de una omisión de responsabilidades, de la falta de empatía, de las mentiras y finalmente el maltrato físico, afectan la salud no solo mental, sino que a raíz de ello se van generando problemas en la salud física.

Si hacemos un paseo histórico por la lucha que enfrenta la mujer, en la defensa de la igualdad de derechos sociales, tendríamos infinidad de textos y hechos que impulsan ese grito desesperado, que más que igualdad, reclama “justicia”.

Justicia para que se garantice que todas las personas tengan igualdad ante la ley y que se respeten sus derechos y libertades fundamentales; porque no se trata de hacer prevalecer un género por encima del otro, ya que caeríamos en un retroceso social, sino de que realmente se rompan esos techos de cristal, se eliminen los suelos pegajosos y se incluya al género femenino en paridad de oportunidades y de reconocimiento de sus logros.

Una estudiante destacada y brillante no puede ser objeto de bullying por sus propios compañeros o de acoso por sus profesores, porque pueden provocar hasta la toma de decisiones nocivas contra su vida y con ello privar al mundo de una profesional más que venga aportar desarrollo, frente la mediocridad de quienes pretenden ofenderla u opacarla, sin pensar incluso en los daños colaterales que causan a sus familiares.

Una esposa trabajadora, cualquiera sea su profesión u oficio, que da una milla más de sí para no sólo aportar económicamente a su hogar, sino que además atiende a su pareja e hijos, cuida de su casa y en muchas ocasiones hasta exponiendo su propia salud sólo por amor y compromiso para con los suyos, no merece ser tratada como un objeto más o peor aún asumir que ese plus que está dando “le toca por ser mujer” y cargar todavía el peso de una pareja inmadura e irresponsable. 

Una madre, sea soltera o no, que batalla por cuidar de sus hijos, en ocasiones con condiciones especiales y hasta enfermedades catastróficas inclusive, padece a diario el dolor y la impotencia de no poder conseguir la tan anhelada salud para ellos, que la van consumiendo también a ella de manera silenciosa.

Una profesional que se esfuerza por destacar y romper esquemas en medio de la gran incidencia masculina que estigmatiza a determinados cargos como “sólo para hombres”, carga en su historia de vida un sinnúmero de ocasiones de violencia de género y acoso laboral, que lamentablemente, no sólo lo sufre por parte de los hombres sino también por otras mujeres.

Una sobreviviente o luchadora de una enfermedad catastrófica padece no sólo por una enfermedad física, sino en muchos casos por el abandono de sus familiares y aunque suene injusto, en muchas ocasiones, el primero en alejarse es su pareja.

Una adulta mayor que se esfuerza por no depender ni causar “molestias” a sus familiares aún debiendo fingir que no le duele nada y sonreír para tratar de mantener el equilibrio familiar, carga con la angustia de que su salud se agrave y de no contar, en muchos casos, con un compañero de vida con quien poder tan siquiera compartir un café y mitigar la soledad.

Y así podría seguir citando ejemplos de desigualdad entre hombres y mujeres que se convierten en violencia no sólo de género sino violencia social ante la pérdida de valores y compromiso real.

Las agendas de género, tanto locales como mundiales, hacen sus esfuerzos por alcanzar objetivos de igualdad, que van alcanzando la creación de leyes, reglamentos y políticas públicas y privadas, en un proceso que parece ir a pie frente al vuelo tecnológico; sin embargo, es plausible todo esfuerzo que se haga.

Concluyo con que debemos empezar desde nuestra individualidad como mujeres a cambiar aquello que no es correcto; a perder el miedo a enfrentar a quienes nos agreden; a denunciar los actos o intentos de agresión, aunque ello implique delatar a un familiar; a soltar relaciones y lugares que no nos generen paz; a perdonarnos por las muchas veces que nos fallamos y a ir dando un paso a la vez para alcanzar nuestros anhelos, pero colmadas de valores, principios, fe y sobre todo amor propio.

¡Feliz Día de la Mujer!

Mg. Verónica Sánchez

Marzo, 8 de 2025

Igualdad de Género: objetivo mundial, reto individual.

Hombres y mujeres, seres de la misma especie, con características biológicas diferentes, pero con igualdad de derechos, es lo que se pregona desde diversos textos internacionales basados en los derechos humanos hasta ser reconocido como un principio jurídico universal, tales como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en diciembre de 1979.

En esta línea de pensamiento y generada la hoja de ruta para volverlo realidad contamos desde el año 2015 con una agenda trazada de claros objetivos en pro del desarrollo sostenible por parte del PNUD que entre ellos señala:

“Objetivo 5.- Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”

La puesta en marcha de acciones para alcanzar el cumplimiento de este objetivo supone un desafío que ha desencadenado una serie de eventos, reuniones, conversatorios, planes de acción, normativas, entre otros, creados desde cada país para que las estadísticas reflejen avances significativos de cara el 2030; más su consecución se está volviendo algo lenta como es el caso de España que visibiliza apenas alcanzar un 12% de cumplimiento para ese año.

A propósito de este desafío estatal, las leyes han surgido no sólo para reconocer derechos sino para a través de sus reglamentos dar las directrices que permitan garantizar esta anhelada igualdad de género, encontrando que en el Ecuador surge la “Ley Orgánica para Impulsar la Economía Violeta”, el 20 de enero de 2023 y su Reglamento de aplicación el 24 de noviembre del mismo año, tendiente a impulsar la igualdad de las mujeres en su participación en las empresas tanto públicas como privadas en las mismas condiciones que los hombres, obligando a contar con Planes de Igualdad a partir de una plantilla de 50 trabajadores.

Pero no debemos pensar en crear letra muerta sólo por cumplir con un requisito legal, sino de realizar un verdadero diagnóstico participativo, donde se pueda no sólo conocer las necesidades de balancear cifras de trabajadores, sino de dar paso a cargos de dirección y responsabilidad a las mujeres, de promover sus logros profesionales y estimular la constante formación en pro de la empresa, sensibilizarnos ante situaciones que lo ameritan y remunerar de igual manera que a los hombres por su desempeño.

En el título de este artículo de opinión hago alusión al objetivo mundial y el reto individual, consciente, de que en efecto, el mundo entero a través de sus gobernantes generan políticas públicas sustentadas en normas para cumplimiento de una agenda de trabajo; más sin embargo, considero que la primera barrera que debe romper la mujer está dentro de ella misma, es el temor actuar, a lanzarse, atreverse, a ir por más, dejar de autoflagelarse por las tradiciones, costumbres familiares o sociales que le imponen patrones a seguir de vieja data, frente a un presente totalmente distinto y un futuro tecnológico arrollador, conscientes de que ello implica tener también una mejor salud emocional.

Siguiendo el mismo hilo conductor, el reto individual es aplicable también al hombre, cuya mente debe estar receptiva al cambio de esquemas y presto para la cooperación y trabajo en equipo, sin que ello signifique hacer de menos sus capacidades, pero sí dejando camino a la aceptación de las opiniones, apoyo, colaboración y hasta dirección femenina según sea el caso de su entorno laboral, familiar o social.

En países muy desarrollados como Arabia Saudí es plausible que el 42% de las mujeres sean quienes dirigen las empresas y que no sólo tengan mano de obra local, sino que den oportunidades a talentos internacionales, como es el caso de muchas profesionales españolas que trabajan en mega proyectos de ese país.

Destacable también el surgimiento de mujeres lideresas jóvenes, con gran potencial tecnológico, de negociación y dirección como ocurre en España y el apoyo a las denominadas “incubadoras” como proyectos de emprendimiento sostenibles para jóvenes.

Al ser el día 8 de marzo  el Día Internacional de la Mujer y por ende dedicado a celebrar los logros de las mujeres y a buscar la igualdad de género, se desarrollan eventos alusivos para conocer y fomentar este objetivo en cada país, como es el caso de la ciudad de Barcelona – España, quienes por cuarta vez consecutiva reúnen a mujeres destacadas en diferentes áreas para conocer sus experiencias, desafíos y sugerencias que permitan ir corrigiendo errores, promover el empoderamiento femenino y romper esos “techos de cristal o suelos pegajosos” que les toca pasar en el desarrollo de sus logros empresariales.

Debemos ser conscientes de la matriz productiva que le provea mejores días al Ecuador y empezar a forjar niñas con visión de sustentar en el tiempo las acciones que como mujeres vamos legando en el presente, no sólo en las ciudades sino desde lo rural; ante ello resulta imprescindible que la educación vaya de la mano con las necesidades empresariales para que las y los profesionales puedan tener plazas de trabajo en sus territorios y no precisen emigrar en post de mejores días.

Las acciones que se despliegan en la actualidad como sociedad deben tender a rescatar los principios y valores que parten desde las familias, educando a los hijos e hijas en la misma línea de cooperación de las tareas del hogar y fomentando en ellos el deseo de ser profesionales en las carreras que les gusten sin que tengan que ser consideradas como “carreras u oficios exclusivos” para un determinado género.

Poder ser partícipe del evento Barcelona Woman Aceleration Week 2024, me ha significado una experiencia seductora a ir por más como C.E.O. de VES Soluciones Empresariales, poder generar con mayor experiencia no solo la creación de Planes de Igualdad para las empresas de mi país en aplicación de la nueva Ley y su reglamento, sino por sobre todo a poder ser partícipe de este cambio universal, de poder motivar, orientar, trasmitir y sembrar nuevas oportunidades para las niñas y mujeres ecuatorianas.

En este día especial y como parte de las mujeres que día a día se enfrentan a escenarios complejos, me permito felicitarlas y motivarlas a cultivar la fe en Dios y en ustedes, a ser valientes y menos auto flageladoras, amarse con locura porque son únicas, no dejar de formarse y aceptar los desafíos profesionales sin mirar tanto el currículum que se posea, porque el principal motor está en tu deseo de alcanzar la meta que te has propuesto y por supuesto no te olvides de sonreír.

Con afecto,

Mg. Verónica Sánchez Mejía

BARCELONA NEW ECONOMY WEEK

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